
Mérida, 6 Mar (Notimex).- Miriam Peraza Rivero decidió dedicar su vida a la enseñanza, pero la apertura de un negocio de comida regional la convertiría en todo un icono de la cocina yucateca y uno de los baluartes en la preservación del patrimonio gastronómico.
Nacida en esta ciudad, pero con un marcado origen vallisoletano, Peraza Rivero platicó a Notimex que ella nació entre fogones y comales, con los olores y sabores tradicionales de Yucatán, lo cual desde muy temprana edad despertó su pasión por la cocina.
Sin embargo, fue hasta hace unos cuatro años cuando su vida dio un giro, pues abrió el restaurante “Manjar Blanco” en las inmediaciones del popular Barrio de Santa Ana, negocio que desde un principio se volvió uno de los favoritos de los comensales.
Su apegó a las recetas tradicionales y su reconocida sazón no tardaron en llamar la atención de personajes de la vida política y cultural del estado, por lo que hoy este restaurante es considerado uno de los sitios que cualquier visitante nacional o extranjero debe conocer.
Ese reconocimiento pronto valió para que Peraza Rivero sea considerada una auténtica centinela de los sabores de la cocina típica yucateca, y eje fundamental de muchas de las actividades y programas estatales para la difusión y preservación del patrimonio gastronómico local.
“A lo largo de mi vida en la cocina he rescatado por lo menos 300 recetas de guisos yucatecos que hoy están a disposición de quien las necesite, algunas de las cuales datan de la época precolombina y hasta mediados del siglo pasado”, subrayó.
Se dijo convencida de que gran parte del futuro de la entidad, en especial de su vocación turística, recae en su gastronomía, “para mi ahí radica el futuro y la posibilidad de alcanzar los resultados que se buscan en materia turística para nuestro estado”.
Y es que la maestra cocinera gusta más de predicar con el ejemplo, ya que junto con empresarios y autoridades encabezó hace apenas unas semanas el primer encuentro de cocineras tradicionales mayas.
Fue la mano detrás del nuevo récord Guinness del platillo de carne de cerdo más grande del mundo que se obtuvo este domingo con la preparación de más de seis mil kilogramos de cochinita pibil que fue cocinada bajo la supervisión de doña Miriam.
“Esto es lo que me gusta hacer, me apasiona cocinar y quiero seguir haciéndolo, ahora sí que hasta que el cuerpo aguante, porque como te dije, para mí el corazón, el alma de Yucatán está en sus guisos y en como estos nos unen y dan identidad como pueblo”, consideró.
“Hoy puedo decir que la gastronomía yucateca no sólo es reconocida en todo México, sino que en muchos otros países, pero todavía falta mucho por hacer y aportar para que se consolide y también sea patrimonio de las próximas generaciones”, abundó.
















