
En cada sorbo de champurrado se funden siglos de historia. Su nombre, nacido del verbo “champurrar”, significa mezclar, combinar o revolver cosas distintas. Y eso es exactamente lo que representa: una fusión de mundos. El champurrado es, por esencia y origen, una bebida mestiza que unió al maíz prehispánico con el cacao sagrado y los ingredientes llegados de Europa como el azúcar de caña, la canela y la leche.
Antes de que el champurrado existiera, los pueblos nahuas ya preparaban el atolli, una bebida espesa elaborada con maíz nixtamalizado, endulzada con miel y aromatizada con flores o frutas. Su nombre en náhuatl significa literalmente “agua de maíz” (atl: agua, tolli: masa o maíz molido), y era tan nutritiva que formaba parte de la dieta diaria, los rituales y las ofrendas.
Con la llegada de los españoles, el atolli se transformó. A la masa de maíz se añadieron nuevos ingredientes que alteraron su sabor y textura: el chocolate, el azúcar de caña y las especias orientales. Aquella combinación, batida con molinillo de madera hasta lograr espuma, dio origen al champurrado: una versión más dulce, aromática y festiva de la bebida ancestral.
El origen de su nombre
La palabra champurrado tiene un origen onomatopéyico y popular. De acuerdo con la Academia Mexicana de la Lengua, deriva de champurrar, verbo usado para describir la acción de mezclar líquidos de distinta consistencia. Su raíz parece imitar el sonido del batido —ese “chap-chap” que hace el molinillo cuando golpea el cazo.

Con el tiempo, el término se incorporó al habla cotidiana para nombrar cualquier mezcla heterogénea, aunque en México quedó ligado al contexto más entrañable: el de un atole de chocolate servido junto a un tamal.
Su preparación sigue siendo un acto casi sagrado: en una olla de barro, el piloncillo se disuelve con canela, la masa de maíz se incorpora lentamente, el chocolate se derrite, y el molinillo comienza a girar. La cocina se llena de vapor y del perfume que anuncia que está listo.
En cada región hay una versión distinta. En Oaxaca, se prepara con cacao tostado y maíz criollo; en Puebla, se enriquece con leche y anís; en Veracruz, se añade vainilla o cáscara de naranja. Lo importante no es la receta exacta, sino el espíritu que la sostiene.
Fuente:
Miriam Lira-https://www.eleconomista.com.mx/bistronomie/atolli-champurrado-mestizaje-dio-origen-bebidas-queridas-mexico-20251008-780478.html