¿Es la inteligencia artificial el fin del recurso humano?

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En menos de 14 segundos, con un prompt básico que no requiere de conocimientos previos en un área profesional afín y con un acceso gratuito, generé la imagen que encabeza esta nota, una imagen que hasta hace un año significaría un trabajo de ilustración y diseño que conllevaría -cuando menos- de uno a tres días de trabajo creativo, edición, procesamiento, y entrega. ¿Es este simple ejercicio una muestra fehaciente de que estamos ante el inminente paso a la debacle de las profesiones que ejerce el recurso humano dentro de la industria en un día a día?

Vamos por partes. Primero habría que remontarnos al sentido etimológico de las palabras, para poder conceptualizar mucho mejor la idea de “inteligencia artificial”; vaya, como dijeran nuestros abuelos “comenzar por el principio” es lo más importante, porque de otro modo, podemos estar dando círculos y dar tumbos respecto a lo que nos estamos enfrentando.

En más de una ocasión he podido escuchar, debatir y discutir el contexto tecnológico, social y personal de muchos conocidos y amigos quienes concluyen lo que algunos expertos en materia también infieren: la inteligencia artificial no es propiamente una inteligencia que pueda competir contra la inteligencia humana. Ya no discutamos es si es o no es propio llamarla “inteligencia”, vamos ahora al segundo punto.

Dicho lo anterior, el boom que hemos vivido durante el último semestre nos da un abanico de posibilidades y soluciones que no solo abarcan el segmento de diseño y marketing. Encontramos IAs que desarrollan contratos legales y documentación jurídica en segundos, procesadores de textos capaces de poder lograr redactar un libro en minutos, calculadoras precisas que pueden tener interconexión a libros numéricos que arrojan balances los cuales envidiaría cualquier contador con años de experiencia y trayectoria.

Entonces: la simplificación del proceso, el alcance del recurso a manos de todos quienes tengan acceso a un dispositivo e internet y sobre todo, el factor de la velocidad (porque claro, vivimos en la época donde queremos todo rápido, sin un esfuerzo y con todas las facilidades) nos darían una ecuación perfecta para plantear una respuesta -aparentemente- clara al cuestionamiento inicial.

Reflexionemos: Si tenemos la opción de elegir entre un platillo típico, con la posibilidad de personalizar la guarnición de nuestra entera preferencia, elaborado tradicionalmente con el sazón de nuestra predilección, o un plato de comida preparada lista para calentar en microondas ¿qué preferiría usted?

En la diversidad de respuestas, encontraremos la misma al planteamiento; y es que es bastante simple. Habrá quienes digan “¡por supuesto que elijo el sabor de hogar!”, algunos aseverarán “elijo la rapidez porque debo continuar con mi rutina diaria, y no dispongo del tiempo para poder comer algo que demande preparación”.

Bajo esta perspectiva, podemos inferir que falta mucho, pero mucho tiempo para que el recurso humano sea suplantado por una inteligencia artificial. Definitivamente es un producto de alto consumo, altísimo. Basta con ver los índices de desarrollo de aplicaciones y sitios web los cuales según el sitio Inbound Marketing, el mercado de la inteligencia artificial (IA) tiene un valor de mercado actual de casi 100.000 millones de dólares estadounidenses y se espera que se multiplique por veinte para 2030, hasta casi 2000 millones de dólares estadounidenses.

Fuente: https://blog.hubspot.es/marketing/estadisticas-inteligencia-artificial

Sin embargo, las limitaciones de la inteligencia artificial aun son muchísimas, entre ellas la más importante sobre la cual se yergue la inteligencia humana es el factor de la imaginación. La imaginación nos da la capacidad de la inventiva, de la resolución natural de problemas ante planteamientos complejos y la habilidad de elección ante una variable al cuestionamiento en proceso.

Estamos en un panorama en el que lejos de achicarnos o de sentir que las IAs nos dejarán sin empleos, debemos tomar acción para poder estar listos ante los retos que el mundo demanda al sector profesional. Por ejemplo, en ChatGPT, una simple instrucción no generará lo que un prompt estructurado. Prueba de ello es que a pesar de que tenemos cerca de dos cuatrimestres con acceso abierto al público con esta plataforma, hay quienes han generado cuantiosas sumas de dinero, o quienes simplemente la requieren para cuestiones triviales o trabajos menores.

No existe hoy una IA que funcione de manera autómata, y que cree algo que no haya sido emanado del conocimiento humano. Hasta que esto cambie, deberíamos de preocuparnos por nuestros futuros profesionales. Mientras tanto y como insto más arriba, es momento de ocuparnos y de mantenernos en vanguardia de lo que esta actualidad tecnológica nos demanda.

Sacia morbos: ¿qué pasaría si cometieramos un “pequeño error” de 100 millones de dólares para nuestra compañía? Preguntenle a Bard, la IA de Google.

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