OTRA VISIÓN
Por Dr. Jorge Fernández
México se encuentra en un cruce de caminos, donde la historia, el presente y el futuro se entrelazan en un momento crucial.
La semana pasada fue testigo de eventos que marcarán el devenir de nuestro país, y ayer, el Zócalo se convirtió en el epicentro de uno de los actos más simbólicos del calendario político: el informe presidencial.
Con la Plaza de la Constitución repleta de ciudadanos expectantes, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su informe, un recuento de su gestión, de sus logros y también, aunque de manera más discreta, de los retos que aún persisten.
Sin embargo, lo más significativo no fue solo lo dicho, sino lo que subyace en el acto de enviar su informe a la Glosa para el estudio de la 66ª Legislatura.
Este gesto refleja la voluntad de diálogo y de rendir cuentas, aunque no exento de las tensiones y críticas que han caracterizado su mandato.
En este contexto, la toma de posición de Claudia Sheinbaum como su sucesora ha despertado tanto esperanza como escepticismo.
La expectativa de que su gobierno sea distinto, que marque un nuevo comienzo, es grande. Pero el desafío es monumental: deberá lidiar con las secuelas de un país polarizado, donde las promesas de transformación aún están por cumplirse.
La tarea de Sheinbaum no será fácil, pues deberá equilibrar la continuidad con la necesidad de innovar, de ofrecer un cambio real que responda a las exigencias de un México que clama por justicia social y por un gobierno que realmente escuche a su pueblo.
Mientras tanto, la reforma judicial sigue en el centro del debate público. La necesidad de un sistema más justo, más transparente y, sobre todo, más eficiente, se hace cada vez más urgente.
En un país donde la justicia a menudo parece inaccesible para muchos, la reforma no es solo un deseo, sino una necesidad imperiosa. Las voces que exigen un cambio profundo en la estructura judicial se multiplican, clamando por un México donde la justicia no sea un privilegio, sino un derecho universal.
La captura de Ismael “El Mayo” Zambada añade otra capa de complejidad a la ya tensa relación entre México y Estados Unidos.
Este acontecimiento no solo representa un golpe al narcotráfico, sino que también podría desencadenar revelaciones que sacudirán las estructuras del poder en ambos lados de la frontera. Lo que se descubre a partir de esta captura podría reconfigurar las políticas de seguridad y extradición, obligando a ambos países a replantearse su cooperación en la lucha contra el crimen organizado.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, en la recta final de su sexenio, enfrenta un juicio de la historia que ya ha comenzado. Su administración, marcada por avances en la lucha contra la corrupción y en la implementación de programas sociales, también ha sido blanco de fuertes críticas.
Las promesas incumplidas y las políticas cuestionadas se agolpan al final de su mandato, dejando una estela de preguntas sobre cuál será su legado. ¿Será recordado como el líder que inició la transformación de México o como aquel que dejó muchas cosas por hacer?
Este es un momento de reflexión profunda. México se encuentra en un punto de inflexión, donde cada decisión, cada acción, tendrá repercusiones que irán más allá del presente.
En un mundo que enfrenta crisis y cambios, nuestro país no es ajeno a estos desafíos. Sin embargo, es precisamente en estos momentos de incertidumbre cuando debemos mirar hacia adelante con esperanza, con la convicción de que podemos construir un futuro más justo, más equitativo y más humano para todos.
Así terminamos una semana e iniciamos esta, no solo mirando lo que ha pasado, sino pensando en lo que está por venir. México tiene la capacidad de reinventarse, de superar las adversidades y de encontrar un camino hacia un futuro mejor.
Esa es la verdadera esperanza, la que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de todo.
MÉXICO VIVE!!!
VIVA MÉXICO!!!