Por DR. JORGE FERNÁNDEZ TOVAR / UNIENDO VOCES
El 17 de mayo, tuvimos el privilegio de asistir a “Noche no te vayas”, un espectáculo organizado por Itatí y José Cantoral en honor a su padre, el legendario Roberto Cantoral. El evento se llevó a cabo en el Centro Cultural El Cantoral, ubicado en Puente de Xoco, en la alcaldía Benito Juárez. Desde el momento en que cruzamos las puertas, quedamos maravillados por la arquitectura moderna y los lujosos detalles del lugar. Con capacidad para adaptarse a distintos tamaños de audiencia, desde 220 hasta 848 personas, y equipado con la más alta calidad en audio e iluminación, El Cantoral es un verdadero homenaje a la memoria de Roberto Cantoral.
La sala, con su sistema acústico ajustable y un piano de gran cola Yamaha CFX, ofrecía un ambiente perfecto para una noche de música y emoción. Nos sentimos transportados a un elegante cabaret, donde cada rincón reflejaba el legado del maestro compositor. La atmósfera se sentía cargada de anticipación y reverencia, una mezcla de lujo y calidez que presagiaba una velada inolvidable.
LA MAGIA DE JOSÉ CANTORAL
La velada comenzó con José Cantoral en el escenario, demostrando su habilidad para conectar con el público de una manera única. Desde el primer acorde, quedó claro que José no solo heredó el talento musical de su padre, sino también su carisma y presencia escénica. Su interpretación de “El reloj” y “La barca” fue magistral; cada nota resonaba con la pasión y la maestría que caracterizaron a Roberto Cantoral. El público, completamente cautivado, respondía con aplausos y ovaciones tras cada canción, creando una atmósfera de conexión y admiración.
Uno de los momentos más destacados fue su interpretación de “El triste”, un clásico que José José inmortalizó, pero que en esta ocasión resonó con una nueva intensidad bajo la voz de José Cantoral. Su manejo del escenario y su interacción con la audiencia fueron impecables, haciendo de cada momento una experiencia inolvidable. José logró transportarnos a través del tiempo, evocando recuerdos y emociones profundas que nos unieron a todos en una celebración de la música de su padre.
ITATÍ CANTORAL: ESTILO Y ELEGANCIA
A medida que avanzaba la noche, Itatí Cantoral se unió a su hermano en el escenario. Con cada aparición, Itatí deslumbraba al público con un nuevo vestido, cada uno más impresionante que el anterior. Sin embargo, a pesar de su elegancia y estilo, se notaba cierta tensión entre los hermanos. En varias ocasiones, parecía que competían por la atención del público y los reflectores, lo que resultaba en momentos de desorganización.
En una instancia notable, mientras intentaban armonizar en un dueto, la falta de coordinación llevó a Itatí a retirarse del escenario de manera elegante para realizar otro cambio de vestuario. Este pequeño traspié, aunque evidente, no logró empañar el brillo de su actuación ni la calidad del espectáculo en general. Itatí, con su presencia escénica y su impecable sentido del estilo, logró mantener la atención y el encanto del espectáculo, aunque la dinámica con su hermano a veces parecía tensa.
UNA NOCHE DE RECUERDOS Y NOSTALGIA
A lo largo del espectáculo, la combinación de música y anécdotas familiares ofreció una visión íntima de la vida y el legado de Roberto Cantoral. Canciones como “Yo no voy a la guerra” y “Quijote”, interpretadas con una profunda emoción, nos llevaron en un viaje nostálgico a través de la obra del compositor. Los relatos personales compartidos por Itatí y José añadieron una capa de autenticidad y calidez, haciendo que nos sintiéramos parte de la historia de la familia Cantoral.
EL AMBIENTE: UNA FIESTA DE MÚSICA Y EMOCIÓN
Una de las sorpresas más agradables de la noche fue la política del recinto de permitir el acceso con cerveza y otras bebidas alcohólicas. Esto creó una atmósfera relajada y festiva, similar a la de un club de cabaret donde la gente puede disfrutar de la música en un ambiente más íntimo y personal. La presencia de Itatí, en particular, aportó un toque de glamour y sofisticación, evocando la imagen clásica de una cantante de cabaret acostada sobre el piano para deleitar a los asistentes.
El final del show fue un momento emotivo, con los hermanos Cantoral interpretando juntos “Noche no te vayas”, una canción que encapsula perfectamente el espíritu y la esencia de la obra de su padre. A pesar de las pequeñas desavenencias, la calidad y el talento de ambos fueron evidentes, dejando una impresión duradera en todos los presentes. Este cierre memorable unió todos los elementos de la noche, desde la música hasta las anécdotas, en una celebración cohesiva del legado de Roberto Cantoral.
REFLEXIÓN FINAL
“Noche no te vayas” fue una experiencia enriquecedora que no solo celebró la música de Roberto Cantoral, sino que también resaltó el talento de sus hijos, Itatí y José. A través de este espectáculo, los Cantoral lograron crear una noche mágica que combinó música, historia y emoción en un entorno lujoso y sofisticado. A pesar de las pequeñas fricciones entre los hermanos, el show fue un éxito rotundo, ofreciendo una visión única del legado de una de las figuras más importantes de la música mexicana.
La oportunidad de asistir a un evento de tal calibre en un recinto tan magnífico como El Cantoral es una experiencia que recomendamos a todos los amantes de la música y la cultura. La familia Cantoral ha demostrado, una vez más, que su legado sigue vivo y vibrante, capaz de emocionar y conectar con nuevas generaciones. “Noche no te vayas” no solo es un tributo a Roberto Cantoral, sino también una celebración del talento y la dedicación de su familia, asegurando que su música continúe siendo apreciada y amada por muchos años más.
Al final, la noche nos ofreció una mezcla de nostalgia, emoción y entretenimiento de alta calidad. Cada canción, cada anécdota y cada momento en el escenario contribuyeron a una velada inolvidable que nos permitió celebrar y redescubrir la obra de un verdadero ícono de la música mexicana. Salimos del Centro Cultural El Cantoral con el corazón lleno de gratitud y admiración por una familia que ha sabido honrar y mantener vivo el legado de Roberto Cantoral.
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