Sufren mujeres militares constantes agresiones en cuarteles de la Sedena

Las encierran o las arrinconan en lugares sin cámaras para besarlas a la fuerza o para pedirles que les enseñen su ropa interior

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Sufren mujeres militares constantes agresiones en cuarteles de la Sedena
Una denuncia de una joven de 24 años ante la Oficina para la Atención del Hostigamiento y Acoso Sexual (HAS) da cuenta de los excesos que se cometen en esos espacios. FOTO: CUARTOSCURO

No existe un sitio donde las mujeres militares puedan estar completamente a salvo.

La revisión de medio centenar de quejas y de una veintena de denuncias penales, además de conversaciones y entrevistas con más de una decena de víctimas, dejan al descubierto un panorama poco conocido sobre la violencia machista que viven las mujeres militares y permiten mostrar los niveles de agresión a los que están expuestas en las instalaciones a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Durante los partidos de futbol, por ejemplo, les piden que se suban el short para verles las piernas o toman fotos de sus glúteos.

Las encierran o las arrinconan en lugares sin cámaras para besarlas a la fuerza o para pedirles que les enseñen su ropa interior o tocarles los senos.

Las espían cuando se dirigen a bañarse, las toman de los hombros intentando darles masajes, les pegan nalgadas si se resisten y, en los casos más graves, las drogan y ejercen su superioridad física para abusar de ellas y violarlas.

Algunos de los jefes militares las mandan llamar a sus alojamientos oficiales para tratar “asuntos de servicio” o para pedirles que hagan el aseo vistiendo ropa “sexy”.

Otros ingresan a sus dormitorios durante las noches, incluso en estado de ebriedad, o las sorprenden mientras duermen para intentar tocarlas.

Esta muestra de agresiones y delitos de naturaleza sexual descritos en los expedientes tiene correspondencia con los altos números de quejas y denuncias presentadas entre 2013 y 2024 en la Fiscalía Militar, en el Órgano Interno de Control (OIC) y en la oficina de Atención al Hostigamiento y Abuso Sexual de la Defensa Nacional: 525, 314 y 509 casos, respectivamente.

En esta última, la principal instancia a la que se canaliza a las víctimas, había al menos 37 generales denunciados y 120 jefes de diversos rangos. La inmensa mayoría de ellos quedó en la impunidad o con sanciones absurdas.

La agresión a una soldado peluquera

Naybeth Arzate tenía apenas cuatro meses de haber ingresado como soldado peluquera al Centro Nacional de Adiestramiento en Santa Gertrudis, Chihuahua, cuando la noche del 5 de mayo de 2018 fue agredida sexualmente por su superior, según consta en el expediente judicial de su caso.

El mayor Carmelo Patiño Nájera, comandante del pelotón de Intendencia, valiéndose de su posición jerárquica, le pidió a la soldado de entonces 18 años, que lo acompañara a su oficina.

Una vez que llegaron le ordenó ingresar a su alojamiento, donde la sujetó de las muñecas, la tiró al piso y la violó, de acuerdo con el relato de la joven contenido en el expediente judicial.

Aturdida, logró ponerse de pie y salir. El forcejeo le dejó moretones en los brazos, en el hombro, en la rodilla y en la espinilla, pero esas lesiones no fueron certificadas por un médico porque cuando dio parte al jefe de Estado Mayor, el general brigadier Francisco Camarena Hernández, en ese momento el responsable del Centro Nacional de Adiestramiento le impidió acudir al servicio de Sanidad, afirmó la joven en entrevista para este reportaje.

El general también la amenazó. Le advirtió claramente: si ella denunciaba o hacía algo, podía proceder en su contra. A cambio de su silencio, le ofreció arrestar al mayor como castigo por haberla atacado y violado.

”Esa noche dormí y al día siguiente traté de estar con mi familia normal, yo quería decir como que no pasó nada, que fue algo equis, pero no pude, no me dieron ganas de comer, no me daban ganas de dormir y así estuve durante un largo tiempo”, contó Naybeth durante la audiencia del juicio oral.

Lo que pasa entre muros

Arrinconadas por la férrea disciplina y obediencia al superior —mantras fundamentales de cualquier estructura militar—, las mujeres se han visto obligadas a soportar no sólo las violencias sexuales, también han debido cumplir, no sin protestas, funciones que denigran su rol profesional y que las convierten, según los caprichos o deseos de sus jefes, en simples acompañantes o lo que ellas definen, como “damas de compañía”.

En una decena de casos revisados para esta investigación se encontró que las mujeres revelaban que una de las “prácticas comunes” de los jefes militares era sacarlas de sus labores habituales para que los acompañaran en sus actividades o recorridos, a fin de que acudieran con ellos a fiestas privadas o realizaran labores de limpieza.

La situación no pasaba inadvertida para los mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional, quienes trataban de inhibir esas conductas a través de lineamientos administrativos: “Queda estrictamente prohibido que personal femenino se integre a las escoltas de seguridad de los CMTES [comandantes] de las unidades subordinadas”, se pedía desde 2014 en un memorándum.

Eugenia, quien trabajó como soldado auxiliar por un año y medio en Sonora, dice en entrevista que el comandante de la zona militar en la que estaba asignada siempre buscaba estar acompañado de una mujer, que iba alternando cada cierto tiempo en sus viajes o actividades.

”Buscaba tener una mujer como una dama de compañía… entonces, empezó a sacarme a mí; en las noches me mandaba mensajes en doble sentido, no directos, a ver si yo aceptaba. Yo ignoraba sus mensajes y al día siguiente me trataba mal por no haberle contestado”, recuerda la exsoldado, quien ha pedido no revelar su verdadera identidad.

Una noche la mandó llamar para que acudiera a su dormitorio, ubicado dentro de su oficina, porque se sentía enfermo y necesitaba que alguien lo cuidara. Eugenia lo encontró acostado en la cama con una actitud que le generó desconfianza y empezó a lanzarle insinuaciones sexuales.

“Luego me empezó a hablar ya de forma directa, una cosa asquerosa. Yo no cedí a lo que quería y entonces me decía: ‘Ve a aquel buró, saca aquel frasco, haz esto’. Me dio varias indicaciones que realicé y cuando me acerqué a la cama, me enseñó su teléfono”, narra.

En las imágenes aparecía ella abriendo puertas, cajones, por ejemplo, en la habitación del jefe militar: “Mientras yo realizaba esas acciones, él me había tomado fotos y prácticamente me dijo: ‘Si pones alguna denuncia, aquí están las fotos donde tú estás dentro de mi cuarto’”, detalla.

A partir de ahí, dice Eugenia en la entrevista, ya no pudo más, pero nunca presentó una denuncia por miedo y mejor se fue: “Aunque presentes una denuncia, no va a pasar nada. Los mandos se creen dioses, saben que son intocables, tienen mucho poder y eso hace que crean que lo pueden tener todo”, señala.

Ese fue uno de los actos de violencia machista que vivió, pero no fue el primero. En 2019 realizaba sus trámites de ingreso y debía acudir a una revisión médica para certificar su estado de salud.

Un médico con rango de mayor de Sanidad la recibió en su consultorio y le pidió que se desvistiera y se colocara una bata. Ella obedeció. En algún momento el jefe militar comenzó a palpar sus senos de forma indebida.

”Fue cuando lo quité, le dije que parara y me amenazó: ‘Si tú detienes esta revisión médica, no vas a causar alta, en ti queda si quieres seguir o pierdes tu derecho a ingresar al Ejército”, recuerda.

Eugenia logró ingresar al Ejército y la adscribieron a la zona militar de Sonora; ahí continuó presenciando y padeciendo agresiones machistas hasta que un día entendió que es un sistema abusivo que jamás cambiaría y decidió causar baja.

Otra de las facetas que adquiere la violencia sexual contra las mujeres en los cuarteles se da en los alojamientos de los comandantes, donde éstos organizan fiestas.

Una denuncia de una joven de 24 años ante la Oficina para la Atención del Hostigamiento y Acoso Sexual (HAS) da cuenta de los excesos que se cometen en esos espacios.

En su testimonio relata que en febrero de 2022 acudió con otras compañeras a una reunión que se había organizado entre algunos jefes y oficiales del 25 Regimiento de Caballería Motorizado en Tamaulipas, donde prestaba apoyo administrativo.Se les ofreció cerveza y después de tomar apenas dos tragos perdió el conocimiento.

Al día siguiente despertó en una habitación distinta y semidesnuda.”Me sentía asustada, débil, cansada, mareada, con el cuerpo adolorido”, relata.

Luego fue a su dormitorio y le preguntó a su compañera sobre lo sucedido, pero ella no sabía.

Le avisó a su madre de lo ocurrido y ella intentó hablar con el general a cargo, pero no la dejaron verlo. En el expediente administrativo quedó anotado que la joven fue canalizada al Centro de Atención y Tratamiento Integral con Perspectiva de Género por “probable agresión sexual”.

Se buscó a la Sedena para conocer su postura institucional ante las denuncias documentadas en esta investigación y también se buscó la contraparte de los militares mencionados a través de comunicación social, pero no hubo respuesta.

Este trabajo fue apoyado por el Pulitzer Center.

Dato

509 casos recibió la oficina de Hostigamiento y Abuso Sexual entre 2013 y 2024.

Fuente:

Vanguardia MX-https://vanguardia.com.mx/noticias/sufren-mujeres-militares-constantes-agresiones-en-cuarteles-de-la-sedena-NH16222492

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