Tras ausentarse del vía crucis del viernes para preservar su salud, el papa Francisco ha asistido el sábado a la misa de la Vigilia de Pascua y hoy domingo a la misa que pone fin a los actos de la Semana Santa. En su mensaje, ha urgido al acceso de ayuda a Gaza y la liberación de los rehenes.
La decisión del papa ha sido de última hora dado que se colocó el sillón en el que debía seguir el viacrucis en la colina del Palatino, frente al Coliseo
El papa Francisco celebró este jueves 28 de marzo la misa Crismal, con la que se abre el llamado Triduo pascual de la Semana Santa. En su larga homilía, leída con buena voz, pidió a los sacerdotes liberarse de egoísmos y ambiciones, así como perdonar siempre y 'llorar' por los demás.
Aquejado por molestias en las rodillas y persistentes problemas respiratorios, Francisco tampoco participó en la procesión de cardenales en torno al obelisco de la plaza al inicio de la misa. En lugar de eso, el pontífice de 87 años bendijo desde el altar las ramas de olivo y palmas que llevaban los fieles.
El documento compartido con los candidatos —que se titula 'Compromiso Nacional por la Paz'— reúne estrategias de política pública enfocadas en la erradicación de la violencia.
El Papa Francisco ha rezado este domingo el Ángelus desde la capilla de su residencia de la Casa Santa Marta porque, como ha señalado, padece 'una inflamación pulmonar' consecuencia de un ligero estado gripal.
Un conmovedor testimonio de fe y dedicación se manifiesta en la vida del monaguillo que pasó su niñez admirando a la Virgen de Guadalupe. Hoy, ese devoto recibe un honor sin igual, al ser nombrado por el Emmo. Sr. Cardenal Don Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, como el nuevo Rector de la Basílica de Guadalupe. Una historia de fe que se convierte en un ejemplo de servicio y devoción.
La devoción a la Virgen de Guadalupe es un vínculo espiritual que une a personas de toda América. En el Santuario del Tepeyac, la fe y la historia se entrelazan, creando un faro de esperanza para millones de peregrinos. La historia de Guadalupe nos recuerda la fuerza de la fe para unir corazones y comunidades en todo el continente americano.