El martes pasado, el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, fue enterrado en su ciudad natal, San Petersburgo, en una ceremonia marcada por el secretismo y medidas extremas de seguridad. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, no asistió al sepelio, a pesar de que Prigozhin se sublevó contra él hace tan solo dos meses.
La ceremonia se llevó a cabo a puerta cerrada en el cementerio Porojóvskoye, donde familiares y colaboradores cercanos pudieron despedirse del líder de los mercenarios wagneritas. La elección de este lugar se debió a que también descansan los restos del padre de Prigozhin. El empresario falleció el 23 de agosto en un accidente aéreo cerca de Moscú.
La prensa, tanto local como extranjera, no tuvo conocimiento del lugar de entierro hasta que este ya había finalizado. Las imágenes proporcionadas por la televisión mostraron que la tumba de Prigozhin estaba adornada con una foto suya, ramos de rosas rojas y una cruz techada. El epitafio en su tumba decía: “Atravesaré la puerta sin haber comprendido, estás muerto o estás vivo, eres mi hijo o eres Dios”, tomado de un poema de Iosif Brodski.
A pesar de que Prigozhin fue considerado un “Héroe de Rusia” tras liderar la toma de la ciudad ucraniana de Bajmut en mayo pasado, no se le rindieron honores militares en su funeral. Tampoco se esperaba la asistencia de Putin, y el Kremlin confirmó que el presidente no asistiría. Esta ausencia ha sido interpretada como una señal de temor y miedo a posibles protestas masivas.
La muerte de Prigozhin sigue envuelta en controversia, ya que algunos de sus partidarios acusan a Putin de haber ordenado su asesinato. Aunque hubo un intento de rebelión militar liderado por Prigozhin hace dos meses, algunos aseguran que no era un traidor y que su muerte es un símbolo del miedo real que Putin tiene ante posibles protestas masivas
¡Comparte la nota en tus redes sociales!