Ciudad de México, 30 mar. (AMEXI).- Con el tiempo marcado en su rostro y la pasión de continuar con la tradición cultural de ambientar con música el día a día de los citadinos, el organillero Édgar Alberto Méndez Hernández afirma que nadie tiene derecho de juzgar de mala fe el sonido armónico de los organillos.
Como recientemente lo hizo la modelo estadunidense Breanna Claye, quien calificó de contaminación auditiva su sonido: “Esa es gente que no entiende las tradiciones y costumbres de un pueblo, es gente que por ignorancia lastima a personas humildes que se ganan el pan con su organillo en las calles del Centro Histórico”.
Con casi 70 años y cerca de 20 como organillero del Centro Histórico, don Édgar respondió a la Agencia Mexicana de Información (AMEXI) que debería haber sanciones para los turistas que critiquen públicamente o ataquen a los generadores de cultura y tradiciones mexicanas.
“Qué bueno que las redes sociales se encargaron de poner en su lugar a esa modelo que habló mal de nuestro sonido, y deberían tomar cartas en el asunto los legisladores, quienes deberían proteger la cultura y sustentar o sostener un patrimonio como este, con incentivos económicos”, afirmó.
En la avenida Juárez, frente al Hemiciclo a Juárez y a las afueras de los juzgados y la Secretaría de Relaciones Exteriores, el organillero gira la manivela de manera incansable para hacer sonar “La Barca”, “La Bikina” y “Puño de tierra”, melodías que atrapan el gusto de los transeúntes de la tercera edad y de uno que otro jovencito que valora la cultura organillera por enseñanza familiar.
El costo del organillo
“Este aparato no es mío, lo rentamos por mil 200 pesos a la semana, y en el caso de este lo pagamos entre dos, 600 cada uno, y sacamos entre 800 y mil diarios, dinero con el cual pago la renta de mi casa, el sustento familiar y la cuota que se paga al sindicato y las autoridades para poder trabajar”, reveló.
Don Édgar indicó que el organillo se lo turnan él y su compañero, uno en las mañanas, de 08:00 a 15:00, y el otro por las tardes, de 15:00 a 20:00 horas.
“Este aparato es de manufactura alemana y todos cuentan sólo con ocho melodías, y si tocamos de manera continua, es muy posible que tengamos un día muy productivo; aunque depende de cuántos sean los que se dividen las ganancias, porque hay aparatos que se usan con hasta cinco personas y es ahí donde ya no sale una jornada”.
Para Méndez Hernández hoy es sencillo trasladarse con un aparato de esos, porque han modificado su forma de cargarlo sobre una base con ruedas: “Antes era poco más complicado, porque había que cargar órganos de hasta 60 kilos apoyados sólo en un madero o sanco con el que atravesado de cinchos de cuero se ponía al hombro el órgano, y eso si cansaba de manera extrema”.
Respeto para este oficio
Para el organillero es importante recibir del público transeúnte y de las autoridades respeto y apoyo económico para subsistir en una sociedad cada vez más digitalizada, que distrae la atención de las nuevas generaciones.
“Para nosotros es lamentable que los jóvenes se burlen al solicitarnos temas modernos de reggaetón o de rock, porque desconocen cuál es el mecanismo o melodías que se pueden hacer sonar. En ocasiones tenemos la satisfacción de que algunos niños nos cooperan o nos saludan, porque les han enseñado a valorar al organillero”, finalizo.
Cabe destacar que a pesar del bullicio y de la cotidianidad, don Édgar sigue fiel a su oficio, al recordar que él de niño algún día se enamoró del sonido de estos aparatos, traídos de Alemania a principios de siglo XIX y que se volvieron un referente musical de toda gran ciudad. Hoy los organilleros tienen que lidiar con aquellos que más allá de cooperar, los critican por ignorancia.
Fuente:
AMEXI-https://amexi.com.mx/informacion-general/organilleros-alma-musical-del-centro-historico/
